Una Pica en Flandes
Esta escultura de José Crespo, titulada «Una Pica en Flandes,» representa a un piquero de los Tercios Españoles en una postura dinámica y llena de acción. Realizada en bronce, la obra captura al soldado en medio del combate, con su larga pica extendida y su cuerpo inclinado hacia adelante en una postura a la espera del ataque de la caballería enemiga. La precisión en la representación del uniforme y el equipamiento de la época destaca la atención al detalle y la dedicación del artista por la autenticidad histórica.
El bronce utilizado tiene una pátina que añade profundidad y realza las texturas de la escultura, especialmente en el uniforme y la expresión concentrada del piquero. La postura del soldado, agachado y preparado para el enfrentamiento, transmite una sensación de tensión y movimiento, evocando la valentía y la determinación de los soldados de los Tercios en las batallas de Flandes.
La escultura está montada sobre una base de madera pulida, que proporciona un contraste cálido y elegante al metal frío del bronce. Esta base no solo añade estabilidad, sino que también enmarca la obra de manera que resalta su dinamismo y la maestría del escultor.
«En el siglo XVI, el arma por excelencia de los Tercios españoles era la pica, considerada entonces “la reina de las armas”. Los piqueros se agrupaban en escuadrones flanqueados por mangas de arcabuceros, lo que revoluciono el arte de la guerra y acabo con el predominio de la caballería pesada en el campo de batalla.
Los nuevos soldados que se incorporaban a los Tercios, normalmente lo hacían como “Picas Secas”, es decir, soldados armados con una pica pero sin protección. A medida que el tiempo pasaba y el soldado iba ganando experiencia, podía comprarse el “cuirass” o armadura y convertirse en un “Coselete”, es decir, un piquero protegido por cierta armadura y que para el combate formaba delante de las picas secas. Al convertirse en coselete, ganaba además una paga superior. De ahí, podía seguir progresando hasta convertirse en arcabucero o mosquetero. Si mostraba las cualidades necesarias, podría ir ascendiendo en el escalafón. No había un periodo mínimo estipulado, pero se estimaban cinco años para ser promovido a cabo y otro más para poder convertirse en sargento. Con dos años más podría ser alférez y con uno más: capitán. Es decir, en aproximadamente diez años, si todo había ido bien y había demostrado unas dotes excepcionales, podría ser capitán. En todas estas etapas de su servicio, el soldado tenía que hacer gala de las cualidades físicas y morales necesarias para poder aguantar la dureza de las campañas.
El soldado de este periodo era instruido para verse a sí mismo como un defensor de la religión católica y para mantener o expandir las posesiones del Rey de España. Educados en la tradición de la reconquista, como soldado, era el heredero de una nación que después de 700 años de guerra, estaba acostumbrada a ganarse la vida con la espada.
Bueno… pues aquí tenéis la figura del “pica seca” de los Tercios. Después de conseguir el posado de un piquero, comencé la figura en marzo de 2015, a mi vuelta de la Republica Centroafricana y la tengo lista para la fundición a finales de abril de ese año.
Espero que os guste.«
José Crespo